Empezamos un año escolar que, en muchos sentidos, es la
continuación del 2020, un período que ha sido retador y desafiante para todos.
A lo largo del último año, el trabajo que ustedes han realizado ha permitido
sacar adelante los aprendizajes de los estudiantes, los que a su vez han
enfrentado condiciones adversas y desiguales para seguir aprendiendo.
En ese contexto, el esfuerzo y compromiso
desplegados han permitido continuar atendiendo las necesidades de los
estudiantes y han evitado, en muchos casos, que las brechas existentes en los
aprendizajes se hagan inclusive más grandes. Durante el año pasado, hemos sido
testigos no solo de su compromiso y voluntad, sino también de su
profesionalismo para desempeñar la compleja labor de sacar adelante los
aprendizajes y acompañar a los estudiantes en su desarrollo, incluyendo en ello
la preocupación por su bienestar emocional.
Todo lo anterior nos permitirá planificar el año escolar, tomando decisiones que sean pertinentes para las necesidades reales de los estudiantes. En el presente documento, se plantean orientaciones para llevar a cabo la evaluación diagnóstica de los aprendizajes y la planificación curricular anual. En términos generales, estos procesos se inscriben en el marco del enfoque de evaluación formativa, que como sabemos, pone en el centro los aprendizajes de los estudiantes: evaluamos para conocer qué está pasando con sus aprendizajes y para tomar decisiones respecto a la planificación a partir de esa información.